Festival de San Sebastián

Carla Quílez, la ganadora de la Concha de Plata que se convierte en mujer sin dejar de ser adolescente

En el palmarés del Festival de Cine de San Sebastián se coló su nombre: Carla Quílez, la actriz más joven en ganar la Concha de Plata a Mejor Interpretación con la película La Maternal, la segunda película de la directora Pilar Palomero. Si ya su primera obra Las Niñas se centra en el drama infantil de la España de los 90 a través de los ojos de Celia, una niña de 11 años hija de madre soltera que se enfrenta a los prejuicios sociales de haber crecido sin un padre, en La Maternal se nutre también de ellas: menores que se quedan embarazadas y se convierten en madres. El film fue bautizado con el nombre del centro de acogida barcelonés en el que las chicas rompen de la forma más abrupta con su adolescencia para traer un bebé al mundo. Es un drama, pero también un consuelo: «Quiero tener un bebé porque es la única persona que va a estar conmigo», se escucha de la boca de una niña que quiere dar lo que ella no recibió. Una situación límite que nos hace comprender esas vidas de calle, rebeldía y rabia que alejaban a nuestra protagonista de su casa, del instituto y de la vida real, inmersa en su móvil y bailando reguetón. Primer papel, primera nominación y primer premio, una futura promesa del cine que encarna las vidas de muchas adolescentes reales. Se incorporaron al largometraje pequeños fragmentos de madres que habían sido madres con 13, 14 o 15 años en un relato de semi-ficción que tenía que abordar ese patrón común de todas ellas: la vulnerabilidad, exclusión social o culpabilidad. “Fue una mezcla entre conversación y rodaje”, cuenta la directora a Cine con Ñ. Una conversación pendiente que tenía el cine español con estas madres prematuras y luchadoras … Seguir leyendo

Rescate a la ‘Cenicienta’ perdida en el Festival de San Sebastián

Contemporánea a la animación del gigante Disney, el cuento de Perrault también fue una fuente de inspiración para el director Alexandre Cirici Pellicer con la codirección de Josep Escobar, padre de Zipi y Zape, el cómic de los traviesos pero entrañables hermanos gemelos. La industria del ratón más famoso del mundo prohibió que se llamase La Cenicienta porque ellos ya lo habían registrado, pero eso no fue un impedimento para que durante dos años, doscientos dibujantes dieran vida a la princesa del tacón perdido. Bueno, tacón tampoco, porque en esta versión española titulada Érase una vez… Cenicienta es más de zueco que de cristal, los caballos son más de bailar swing que de los que llevan carrozas y existen los fantasmas justicieros que asustan a malvadas hermanastras. Las imágenes y el guion fueron mucho más vanguardistas y libres que las del Disney, pero no pudieron competir contra el clásico y cayeron en el olvido. Esta joya de la animación española además de abandonarse al fondo del cajón, también sufrió una conservación muy precaria que ha supuesto un reto de más de siete años de restauración al equipo de la Filmoteca de Catalunya. Su responsable, Rosa Cardona explica a Cine con Ñ que el sistema cinefotocolor, la versión española del technicolor, “era un proceso muy complejo para obtener copias, lo que provocó que se distribuyesen pocas, apenas ocho en toda España, y en soporte nitrato, que fue prohibido poco después. Al cabo de 10 años no quedaba ni una sola copia de la cinta original, solo materiales para escuelas 16mm y blanco negro”. Un gran trabajo que ha sido aclamado por el público en su reestreno a todo color en Tabakalera y que también lo fue en aquellos años 50. La Cenicienta española con su gato Ulises y un mago cuyo … Seguir leyendo