Islas Hébridas

Tweed Harris, el tejido escocés que siempre vuelve

En una tierra habitada por más ovejas que hombres, de prados verdes interrumpidos por hilanderas de roca cubierta de musgo y un litoral que pasa de un vertiginoso acantilado a solitarias playas de arena blanca y un mar turquesa, como las que se encuentran a miles de kilómetros de distancia en las aguas bravas del Caribe, existe una tierra rodeada por el mar llamada Islas Hébridas. Lejos de este paisaje de ensueño al norte de Escocia por el que la reina Isabel II suspiraba, se levantó hace 100 años una fábrica de tejedores al borde de Europa, una fábrica que transformaban la suave lana de las ovejas Cheviot en un cobijo para un invierno en el que solo hay luz durante unas horas, nubes que descargan sobre los verdes prados y viento que sopla desde todas las latitudes. Donald John McKay es uno de esos tejedores que maneja los hilos de lana como un director de orquesta a sus músicos, su taller es uno de los más conocidos de la Isla de Harris. El tweed no es nada especial, dice McKay para National Geographic. «En el pasado, no había otra cosa en las islas que ovejas. Y la gente tenía que ponerse algo». Por eso, esquilaron las ovejas, pintaron la lana y tejieron una tela resistente. «Calienta, es impermeable hasta cierto punto y es muy resistente». Aunque para este escocés el Tweed Harris no sea más que un resguardo para la piel, para el largo archipiélago se ha convertido en un símbolo nacional y es la única tela en el mundo con denominación de origen protegida por el Parlamento Británico en 1993, que garantiza que este tejido debe ser confeccionado en lana virgen, hecho a mano por los isleños de las Hébridas Exteriores y teñido e hilado en los talleres … Seguir leyendo