¿Eres de esas personas que no puede parar de darle vueltas a las cosas hasta llegar al punto de la extenuación mental? Nuestra cabeza comienza a funcionar y el clásico “no te rayes´´ solo sirve para preocuparnos más y más. En ocasiones, viene bien verbalizar aquello que nos inquieta delante de terceras personas porque así podemos restarle importancia; de hecho, es un mecanismo psicológico que surte efecto aunque sea solo hablando con nosotros mismos en voz alta. Pero a muchas personas esto no les funciona o puede suceder el efecto contrario, acrecentará el problema en una retroalimentación constante.
Algunas de las consecuencias que se derivan de este pensamiento que no nos deja vivir tranquilos es, por ejemplo, vivir siempre alerta, creyendo que algo malo va a pasar. Por otro lado, también podemos acabar pensando de forma negativa sobre nosotros mismos, llegando a creer que caemos mal a otras personas y por tanto volviéndonos más distantes en nuestras relaciones sociales.
La perfección no existe
Otro de los efectos es acabar desarrollando una planificación excesiva en todos los aspectos de la vida, hasta el punto de agobiarnos si no tenemos todo controlado como nos gustaría. Esto nos puede conducir a una personalidad perfeccionista que no es nada sana, ya que a lo largo de nuestra experiencia nos encontramos con acontecimientos que escapan de nuestro control, generando mucha frustración y preocupación innecesaria en asuntos que pueden ser realmente importantes y objetivamente insignificantes.
“Los pensamientos son efímeros y dejarán de existir si no gastas energía mental en ellos”
La terapia metacognitiva, consiste en reflexionar sobre el pensamiento interior, mostrándonos críticos no solo con el objeto o sujeto de aquello que nos preocupa o agobia, sino también con la forma en la que se desencadena la preocupación en nuestra mente. Es decir, no solo se basa en restar importancia a los que nos inquieta y darnos cuenta de que no es un problema tan grande; también identificar como aparece y por qué.
Modalidades metacognitivas
Se trata de los diferentes tipos de metacognición existentes. Cada uno de ellos está vinculado a una capacidad cognitiva diferente y ayuda a planificar y organizar el pensamiento y los diferentes procesos cognitivos.
Meta-memoria: se refiere al conocimiento de nuestra propia memoria. Conocer nuestras habilidades en esta área y la capacidad de relacionar conocimientos previos con los nuevos conocimientos. Además, la habilidad para contrastar y conectar a los conocimientos ya almacenados con los nuevos es muy positiva para la capacidad analítica.
Meta-atención: trata del control de la propia atención. La capacidad de focalizar la atención en un momento determinado en el que se necesita hacerlo y los factores externos e internos que sabemos que pueden dificultar el mantenimiento de la atención. Es importante conocer qué capacidad tenemos para atender y estrategias que pueden ayudarnos, como realizar descansos cada hora, por ejemplo. La atención es el primer filtro para registrar información así que es importante optimizarla.
Meta-pensamiento: el pensamiento sobre el propio pensamiento. Es poco habitual reflexionar sobre nuestros propios pensamientos. Es decir, todos pensamos sobre diferentes temas que nos conciernen, pero realmente pocas veces nos paramos a hacer un pensamiento reflexivo sobre nuestras propias ideas y creencias. Se trata de cómo pensar y no tanto de qué pensar, una herramienta que puede ser útil en las escuelas para incentivar la creatividad.
Todas estas modalidades tienen como objetivo optimizar el pensamiento, la resolución de problemas o el aprendizaje.
Como los adictos al tabaco tienen que acostumbrarse a mascar chile, tu mente tiene que enfocarse en otras tareas que requieran toda tu atención antes que volver a reparar en aquel hecho que está ahí y que, por mucho que te esfuerces, no se puede remediar.
“El leer hace completo al hombre, el hablar lo hace expeditivo, el escribir lo hace exacto.” Sir Francis Bacon.
Libros, fotografía y viajes como estilo de vida. Murcia