¿Cuál es el futuro de los festivales IV?

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En España los festivales de música, cada vez suponen un mayor número de ingresos en la industria nacional de entretenimiento y ocio, sobre todo por la gran acogida que tiene entre el público joven, que acude a estos eventos varias veces en un mismo año y no duda en repetir al siguiente. Los meses de verano son en los que más se celebran, aprovechando el clima,Comunidad Valenciana y Cataluña son las que más organizaron el año pasado. En el país ibérico encontramos más de 20 que reciben el nombre de macro festival al superar los 50.000 mil asistentes en sus respectivas ediciones, varios de ellos ya se han mencionado en esta última sección de artículos, casos como el Viñarock o el Arenal Sound, son auténticos fenómenos sociales.

Estos festivales han sufrido un enorme golpe, su cancelación no solo afecta a la organización y a los asistentes, sino también a un gran número de trabajadores o parte de las familias pertenecientes a las localidades que acogen estos eventos y que aprovechan como impulso para sus negocios. En cifras este año ha supuesto una perdida incalculable, analizando las cifras obtenidas por ejemplo del festival Viñarock, tuvo en su pasada edición un impacto en el municipio de Villarrobledo de 22 millones de euros. En el aspecto laboral creó un total de 3.000 puestos entre camareros, reponedores o controladores de acceso, una cifra más que elevada para un solo fin de semana, a eso se le suma los que buscan ganar un dinero por su cuenta con la venta ambulante.

El caso del festival albateceño, que este año cumplía su 25 aniversario no es el único caso de festivales que suponen una enorme cantidad de ingresos, el Arenal Sound o Medusa Festival superaban estas cifras, tanto en el ámbito laboral como el económico. Para estas organizaciones haber cancelado su edición anual implica unas perdidas económicas de las que algunos a lo mejor no se recuperan algunos han suspendido cuando ya estaban montando los escenarios.

Este parón, causado por la crisis del coronavirus también ha cortado el enorme crecimiento de festivales con poca trayectoria pero que subían como la espuma, el ejemplo perfecto de ello es el Cabo de Plata celebrado en Barbate (Cádiz) que este año cumplía 5 años desde su comienzo. En su pasada edición del 2019 ya hizo un cartel que dejaba claro que no se anda con tonterías y que quiere luchar con los mejores, pero este año quería marcar un antes y un después, su primera confirmación, era nada más y menos que Bad Bunny el artista del momento. Acompañado de grupos nacionales que ya habían participado en ocasiones anteriores en este evento, sin embargo tendrán que esperar hasta el año que viene . Otros festivales también cogían relevancia en el panorama nacional, en la música electrónica A Summer Story o el Weekend Beach Festival, ambos cumplían 6 años.

Con la vuelta a la normalidad han surgido pequeños festivales, que invitan al optimismo de los amantes de estos eventos musicales, pero están bastante lejos de ser lo que fueron en su momento, por lo menos de acercarse. Ya se ha tratado el problema de cumplir con las medidas sanitarias exigidas algo que en lugares donde se dan tantas aglomeraciones de gente puede convertirse en misión imposible dependerá de los asistentes que son los que más deberían colaborar en esta causa, de momento seguimos a la espera.

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