Ella era una mujer que incumplía los estereotipos de la época para convertirse en este siglo en la representación estereotipada de la artista mujer: poco convencional, vida dolorosa y amor dramático son los ingredientes para convertirse en símbolo pop, marca millonaria y cliché.
Su vida, su obra y su arte quedan eclipsados por el mito de un personaje aupado como heroína de discursos políticos, feministas y colectivo LGBTQ+ para convertirse en la imagen de objetos sin valor. Sus inconfundibles cejas y flores en el pelo son el eslogan con el que miles de marcas deportivas se disfrazan de progreso y reivindicación, quizás para camuflar las acusaciones por supuesta explotación laboral a, en su mayoría, mujeres.
No, no es pecado ser original, pero sí es poco original seguir la ola de la fridamanía para facturar. Un homenaje a una poderosa mujer que pintó un suicidio, un feminicidio o una declaración abierta sobre la bisexualidad en una colección que no dice nada, solo utiliza su nombre y sus flores bordadas para hacer caja. Esta colaboración entre la polémica Frida Kahlo Corporation, una sociedad con sede en Panamá poseedora del 51% de los derechos de la marca y envuelta en batallas legales con la familia por el supuesto incumplimiento de contrato y Puma ha nacido de la iniciativa She Moves Us: “Un medio para inspirar a otras mujeres de todo el mundo para que cuenten su historia, cómo han llegado a ser quienes son, las mujeres que las ayudaron y cómo superaron los retos de su vida cotidiana”.
Kahlo falleció en 1954 y su imagen se ha desvanecido entre habladurías, una enorme dosis de morbo y trágicos hechos ensalzados como causa y sentido de su pintura. El rostro de Frida suele aparecer en multitud de cuadros, pero sus pinturas van más allá del sentido autobiográfico que le imponen, algo así como Marilyn Monroe o cómo en la sociedad contemporánea nos esforzamos (DEMASIADO) por crear iconos que “nos representen”, ropa que “nos represente” y hasta un insignificante estuche que “nos represente”, adaptando una imagen que ya ha existido, una vida que ya se ha vivido a una que queda por vivir.
Mi madre sabía que me dedicaría a escribir porque desde pequeña lo hacía hasta en los armarios. De moral firme. Elegí periodismo porque quería saber de todo, ejerzo como camarera y aprendo de todos. Culo inquieto, esponja y campurriana, como las galletas. Me hicieron bajita para amar los tacones. Fiel defensora de la moda con conciencia medioambiental.