Mantener la forma y la salud suele implicar duras sesiones de gimnasio o intensas tardes de “running”. Después de sudar y perder el aliento durante un buen rato, sentir de nuevo el golpe del calor veraniego hace que tu boca pida a gritos una cerveza bien fría. Irte de cañas con tus amigas es un merecido premio a tu constancia y dedicación… y además es muy beneficioso. En Modalia te contamos lo bien que te pueden sentar un par de cervezas después de hacer ejercicio. Pero sólo un par, ¿eh?
El doctor Carlos Peñas-Ruiz, investigador de la Universidad de Swansea (Inglaterra), es claro en este aspecto: el consumo moderado de cerveza, junto con unas tapas saladas, permite recuperar todo el agua y el sodio perdidos. Eso sí, primero debes haberte rehidratado como debe ser: con agua fresca. La cerveza va a facilitar el proceso porque tiene un contenido en agua de entre 90 y 92 %. Tiene carbohidratos, electrolitos, vitaminas, compuestos antioxidantes, y además ayuda a reponer la pérdida de glucógeno, la manera que tienen los músculos de almacenar energía.
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Suena estupendamente, pero antes de que nos lancemos a hincharnos de botellines, hemos de definir qué se entiende por “consumo moderado”: unas tres cañas en el caso de los hombres y dos en el de las mujeres. Si lo acompañamos de una dieta equilibrada y cuidada (verduras, legumbres, pescado, cereales, aceite de oliva), no nos acarreará ningún efecto perjudicial. Estar saludables y estupendos a base de hacer ejercicio y tomar cerveza con tapas. Gloria bendita.
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Un estudio de la Universidad de Granada considera que este consumo moderado de cerveza puede paliar las respuestas hormonales del estrés por su contenido en una serie de carbohidratos llamados maltodextrinas, que facilitan la hidratación en sesiones de larga duración, como el “running”. Asimismo, en las personas sanas que hacen algún tipo de ejercicio y siguen una dieta equilibrada, beber cerveza con moderación otorga una protección adicional al sistema cardiovascular. En Granada necesitaban hacer un estudio como este. Por fin pueden irse de tapas con una buena base científica.
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Aunque la cerveza tiene poco alcohol, hay personas que no desean o bien no pueden tomarlo. No hay problema: los beneficios los proporciona la cerveza en sí, no el alcohol que contiene. En estos casos, se puede tomar cerveza “sin” para facilitar de la misma forma la rehidratación del cuerpo.
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Según el doctor Peñas-Ruiz, la «barriga cervecera» es un mito, siempre y cuando nos mantengamos dentro del consumo recomendado y nos alimentemos de manera equilibrada. Si las calorías que tiene la cerveza están en consonancia con las que se han consumido durante la tarde de gimnasio y por el propio metabolismo, no hay razón para que aumente el tamaño de la tripa ni se produzca una acumulación de grasa en la cintura.
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Ya sabes: mantén la constancia, sigue esforzándote para cuidar tu cuerpo y tu salud, y después no dudes en darte un delicioso premio. Te va a sentar de maravilla.
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