El 1 de noviembre de 1755 Lisboa sufrió un terremoto, un maremoto y un incendio que dejaron la capital portuguesa reducida a montañas de piedras y cenizas. La reconstrucción de Lisboa supuso una recuperación física y emocional de los portugueses, ser destrozados y volver a ser un referente europeo. En cuanto a Holanda, aludimos al dicho popular “Dios creo el mundo y los holandeses Holanda”. Los Países Bajos le han ganado terreno al mar a raíz de los pólders, diques, canales, molinos y barreras. Su principal aeropuerto se encuentra a 4 metros por debajo del nivel del mar. Ahora bien, estas dos historias tienen un denominador común: Querer.
Querer es ser mitad portugués y mitad holandés, serlo sabiendo el antes y el después. Querer es aprender a estas dos nacionalidades llegar a entender. Sentirse orgulloso de tu historia y contarla, si lo requiere con pausas, pero siempre con ganas. Una historia con muchos siglos de antigüedad y otros tantos de actualidad y veracidad.
Querer es crecer, a raíz de nuestros edificios de 365 pisos diseñar nuestra forma de ser, ponerle nombre a nuestras cualidades y a las calles de las ciudades. Querer es establecer, el comercio entre Portugal y el Mar del Norte. Establecer el aprecio a lugar y espacio, crear rutas hacia lo desconocido, conocerlo, hacerlo nuestro, saludar a África con una mano y con la otra al universo americano.
Querer es conocer que los límites no desembocaban con el Tajo, que los límites llegaron y temblaron el 1 de noviembre de aquel año, causando daños, desaparición y destrucción. Con el terremoto temblaba Lisboa, ahora temblamos cuando nos vamos, cuando nos dejamos, cuando nos separamos, cuando nos destrozamos y cuando en las ruinas nos encontramos.
Querer es perder, perder diecisiete mil de las veinte mil viviendas, donde estaba, dormía y crecía esta historia. Perder la esperanza, el recipiente y aliciente, perder las muletas que nos ayudaban a inventar, perder las muelas del juicio que nos hacían razonar.
Querer es cerrar, puertas, cuentas, ventanas, libros y vicios. Cerrar etapas, despedirnos del Antiguo Régimen. Cerrar y comenzar, a muertos enterrar, a vivos cuidar y a nuestra ciudad arterial volver a levantar. Querer es que te destrocen y volver a empezar, resurgir de la nada, crear los canales, la estabilidad estrecha y flotante de lo neerlandés errante.
Querer es tener, mantener, proteger, la calle principal, la superviviente Rúa Augusta que nos lleve de vuelta a entender. Querer es la distancia entre Lisboa y Ámsterdam. Dejar Portugal en ruinas para desde cero comenzar, todo un referente europeo a redactar, todo un sentimiento mokumés que adoptar.
Mokum, alude a ciudad, sinónimo de la capital holandesa, posible nombre y significando “amor por el orden y la creación”. Toda una ciudad bajo el nivel del mar crear, toda un pensamiento comenzar, todo una forma de pensar, todo un modo de vida arraigar.
Querer es la distancia entre Lisboa y Ámsterdam. Querer es ser mitad portugués, sufrir terremotos, emprender, aprender, crecer y establecer un nuevo pasaporte cuya mitad sea de origen holandés.
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