El Celler de Can Roca, elBulli, DiverXo, Atrio… Restaurantes de prestigio internacional. Cocina que se transforma y sorprende cada día en una mezcla de vanguardia y tradición. Experiencias culinarias que te transportan a otros lugares sin moverte de la mesa. Todo eso está muy bien, pero en Modalia hablamos claro: todas las Estrellas Michelin del mundo lo tienen bastante crudo frente a una buena pizza.
Porque ante la amenazadora y recurrente pregunta de “Bueno, ¿qué comemos?”, la primera respuesta siempre es la misma: “Podemos pedir una pizza”. ¿Qué tiene la pizza que nos vuelve locos? Una correcta selección de los ingredientes hace que la pizza sea un alimento completo y equilibrado. Es fácil de hacer y fácil de conseguir. El horneado desencadena una serie de reacciones químicas destinadas a activar los centros cerebrales del placer. La puedes comer mientras haces cualquier otra cosa. Y es imposible encontrar una pizza que esté mala. ¿No te gustan las alcachofas? No pasa nada, las retiras y sigues disfrutando de esta auténtica ambrosía divina. ¿No te gusta la pizza? Tampoco pasa nada, pero desaparece de mi vista y no vuelvas a hablarme nunca más en tu vida. Mala persona.
Los madrileños están de enhorabuena, porque pueden probar auténticas obras de arte con una masa de pizza como lienzo, y a un tiro de piedra de casa. Don Lisander abre su trattoria en la calle Infanta Mercedes, en Tetuán, para enseñarle al mundo cómo se hace una pizza en condiciones, porque existe un acuerdo bastante generalizado en que el panorama pizzero madrileño no es que esté para hacer mucha fiesta.
No hay que dejarse llevar por las apariencias. La trattoria Don Lisander es elegante y acogedora, aunque está aderezada con todos los tópicos italianos: esa foto de Marcello Mastroianni, ese cuadro del clásico Fiat Panda, esa imagen del Lago de Como, esas mesas con mantelito… Pero a Don Lisander no se va buscando una decoración de diseño, sino a comer. A comer bien.
Una de sus especialidades, la focaccia. Masa fina y crujiente con aceite de oliva y orégano. La pizza de huevos de codorniz, aceite de trufa y patatas chips caseras tiene una auténtica legión de fans detrás. La pizza fresca, con tomatitos cherry, rúcula y parmesano. Una simple Margarita, con tomate, mozarella y albahaca. Y si quieres, puedes juntar dos variedades en una sola pizza. ¿Es que hace falta algo más para entrar en el séptimo cielo?
En Don Lisander no sólo hacen pizzas espectaculares, también elaboran su propia pasta fresca allí mismo. La carta está poblada de otras delicias imprescindibles como el Carpaccio Don Lisander, de ternera, con gorgonzola y rúcula. Y emplatan los postres delante de ti, sobre la mesa, como un artista creando su obra ante tus ojos. Sin el “como”.
Si tienes dudas, déjate llevar por los consejos de Gonzalo Vernacci, uno de los dueños de Don Lisander, porque siempre hay alguna recomendación del día lista para sorprender. Y como remate, la relación calidad-precio es un auténtico escándalo. Un mimo en la preparación, un trato y una calidad insuperables, por 25 o 30 euros. Dime si no es un precio para pensar cuándo repetirás nada más salir de la trattoria. Yo no voy a tardar mucho en volver.
Fotos: Facebook / Don Lisander Madrid
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