A todos nos gusta disfrutar de una buena ducha, ya sea por higiene o por la necesidad de relajarnos durante un momento bajo el agua. Normalmente casi todos los gustos coinciden en tomar duchas preferentemente tibias o calientes, y jamás pensamos en darnos una ducha fría (salvo quizás en verano). Sin embargo, estas últimas tienen una cantidad de beneficios inmensa, ¿quieres conocerlos?
1. Tiene beneficios psicológicos. El agua fría directa sobre nuestra cabeza genera que el cerebro libere ciertas sustancias que reducen el estrés y la ansiedad, y por lo tanto, mejora nuestro humor y nuestro estado de ánimo. Si esto lo hacemos de forma regular, podemos incluso fortalecer el sistema inmunológico.
2. Actúa sobre nuestras energías. Sentimos una sensación de rejuvenecimiento y frescor al tomar una ducha fría, que no sólo despeja fatigas y el sueño (si nos acabamos de levantar) sino que también activan los nervios y el corazón, por lo que sentimos una sensación de tener mayor energía. Si comenzamos a sentir sensaciones de baja actividad, una buena ducha fría nos reactivará.
3. Mejora la circulación y la piel. Al entrar nuestra piel en contacto con el agua fría hace que la sangre comience a circular para regular las temperaturas, por lo que favorece la circulación. Además, el agua fría ayuda a cerrar los poros y a mantener la piel fresca, hidratada y natural. Si lo que buscamos es mejorar nuestra piel, lo aconsejable primero es ducharnos unos minutos con agua caliente para que se abran los poros y después con agua fría para limpiarlos y cerrarlos.
4. Reducen las inflamaciones. Si padecemos de alguna inflamación, las duchas frías benefician a la recuperación de estas ya que al mejorar y activar la circulación de la sangre, también hacen que las venas se contraigan y comiencen a eliminar más toxinas, reduciendo el nivel de las inflamaciones y a la vez, desintoxicando nuestro cuerpo.
Fotografías: sportadictos, cutypaste, mejorconsalud
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