Una de las fantasías y deseos confesables más recurrentes es hacerse un tatuaje. El que más y el que menos se ha pintarrajeado el brazo en el instituto con un boli, y ha desfilado orgulloso ante sus atónitos amigos. Los tiempos en los que un tatuaje era sinónimo de gente de la calle y ambientes peligrosos ya quedan muy atrás, pero aún conserva un atractivo punto transgresor que infunde respeto. Y como los seres humanos somos muy de ostentar cosas que nos definan y nos hagan sobresalir entre la multitud, no es raro que tatuarse esté de moda. Aunque 4.000 años de historia es mucho tiempo para una simple moda.
(Imagen: By SuicideGirls from Los Angeles, CA, USA (Ackley) [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons)
Quienes reniegan de los tatuajes suelen dar como razones principales que es para toda la vida, que hay muchos que luego se arrepienten y que a ver cómo te queda eso cuando tengas 127 años. ¿Qué tenemos que decir ante eso? Que con 127 años te va a lucir estupendo, que quienes se arrepienten son los que no lo han pensado con detenimiento (no te tatúes el escudo del Madrid, no me seas hortera, hazme el favor), y que su condición de permanente es una de sus virtudes. Si el tatuaje que te hiciste hace unos años no te representa hoy de la misma forma, es que aquel día te dio un avenate de adolescente odio-el-mundo-y-a-mí-más-todavía, y en realidad no eres así (en el caso de que sí lo seas, hazte emo, el tema de las agujas te va a encantar).
Esa mirada es por si el tatuaje de Misfits no te ha acojonado ya bastante. (Imagen: By Caroline from U.S. (6141) [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons)
Por eso, si estás pensando en tatuarte, hay una serie de consejos que deberías tener en cuenta para no arrepentirte de tu decisión. Estas recomendaciones no son más que fruto del sentido común, pero las cosas más evidentes son las que más veces se pasan por alto. Miles de años de evolución, y todavía hay quien le mete mano a las croquetas recién salidas de la freidora.
– ¿Quieres venir a cenar a mi casa? Te presentaré a mis hijos.
– Mejor lo dejamos para otro día. (Imagen: LolzBook)
Lo primero, la salud. Esto no habría ni que decirlo, pero por favor, hazte un tatuaje en un estudio bien acondicionado, que cumpla las normativas legales, de higiene y sanidad. Los buenos profesionales no van a molestarse si quieres comprobar que los materiales son desechables y las tintas adecuadas. A menos que tengas sólidas referencias de ese local de tatuaje sospechosamente barato, si parece demasiado bueno para ser verdad, lo más seguro es que así sea (y te lleves una bonita infección de camino). Además, un tatuaje recién elaborado es una herida abierta. Trátala como tal, no te refriegues por los bajos del coche ni cosas de esas.
Lo segundo, qué tatuaje te haces. Si no lo tienes claro, no te lo hagas todavía. Si lo tienes claro, piénsalo un poco más. Que sí, que estás muy enamorado de tu pareja, pero acuérdate de que un tatuaje es para siempre, y como os peleéis llegarás a pensar que la amputación no es tan dolorosa después de todo. Un tatuaje debe expresar algo de tu personalidad. Infórmate, medita, pide consejo. Si estás fascinado por un diseño muy concreto, no dudes en llevártelo al estudio, pero si no das con el dibujo exacto no te obsesiones. Concreta un concepto y comunícaselo al tatuador profesional. Déjale trabajar con tus ideas. Gracias a su experiencia y capacidades, decorarás tu cuerpo con una obra única y profundamente vinculada a ti. ¿Esas palabrejas en árabe significan de verdad lo que crees? ¿Qué dice de ti el conejito de Playboy? ¿Qué dirá de ti ese conejito dentro de 20 años? Pues eso.
Ella piensa que significa “Fuerza, honor y coraje”, pero en realidad quiere decir “Sopa de pollo con fideos”. (Imagen: The Collective Intelligence)
¿Tatuaje pequeño o grande? Es obvio que un kanji japonés requiere menos detalle que un tatuaje del Motorista Fantasma, pero precisamente un tamaño reducido impide al tatuador desarrollar todas sus habilidades, y dado que un dibujo pequeño requiere menos tinta, con el paso del tiempo es más fácil que sufra cierta decoloración. De hecho, la única ventaja de un tatuaje pequeño es que resulta fácil de cubrir o eliminar, en caso de necesidad. No hace falta cubrirse toda la espalda con una representación de un concierto de los Beatles, pero un tatuaje de tamaño medio luce mejor, expresa mucho más, concede mayor libertad al profesional y, si lo deseas, puede ampliarse en el futuro con más facilidad.
Elige bien a tu tatuador. Todos los profesionales son artistas con técnicas depuradas, pero distintos entre sí, igual que un cuadro de Malevich no se parece a una obra de Magritte. Concédete algo de tiempo para asegurarte de tus razones y tu elección de diseño, lugar y tatuador.
Si no sabes quiénes son Malevich y Magritte, déjate de tatuajes y ponte a estudiar. Sinvergüenza. (Imagen: By Thomas Leuthard (Flickr: Tattooed…) [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons)
Por lo general, los tatuajes no se terminan en una sola tarde, de manera que no te preocupes si, tras la primera jornada, el dibujo parece más un boceto que otra cosa. En sesiones sucesivas, el artista lo definirá y detallará. Si una vez finalizado, crees que alguna línea no está bien trazada o algún degradado no queda todo lo bien que debería, no dudes en decírselo al tatuador. Y recuerda que el tatuaje es una obra de arte, pero también una herida abierta en la piel. Sigue al pie de la letra los consejos del profesional sobre el cuidado de la zona.
Tú me das cremita, yo te doy cremita… (Imagen: By Dino Laurel from Vancouver, Canada (Tattoo Outline) [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons)
Si, después de todo, llega un día en que odias las mariposas y detestas los dragones (¿Qué clase de ser humano eres tú? ¡A todo el mundo le gustan las mariposas y los dragones!), que sepas que los tatuajes no son para siempre. Bueno, sí son para siempre, pero la tecnología ha progresado de forma notable, y ya no tienes que recurrir al papel de lija ni vender un riñón al mercado negro para financiarte el proceso. Eso sí, el borrado del tatuaje es más caro que el tatuaje en sí, y no es extraño que queden marcas o restos de algún tipo. Por otro lado, existen alternativas no permanentes, como el aerógrafo o el uso de Henna, una pasta de origen vegetal. Estas técnicas sólo tiñen la capa superior de la piel, es decir, células muertas, por lo que los dibujos desaparecen por sí solos al cabo de unas semanas. Sin embargo, sus características impiden que puedan hacerse dibujos detallados o complejos. Así que si vas a hacerte un churrete tribal más visto que el tebeo y que encima se borra solo, para eso te pones una calcomanía de las que vienen con las patatas y deja los tatuajes para la gente aguerrida.
Por último, dos recomendaciones. Las personas recién tatuadas deben esperar unos seis meses antes de donar sangre, en prevención de posibles enfermedades contraídas a causa del tatuaje y que no aparezcan en los análisis previos. Si estás embarazada, deberías pensarte esperar a que el pequeñuelo venga al mundo. Sólo faltaba que la elaboración del tatuaje se complicase por algún motivo, y que una posible infección se convierta en un disgusto mayor. En el caso de que aún no estés embarazada pero tengas un deseo firme de formar una familia, tatúate donde quieras pero mantén la parte baja de la espalda limpia como una patena. Un tatuaje en la zona lumbar puede impedir la administración de la anestesia epidural, y entonces sí que te ibas a enterar de lo que vale un peine.
¡Esta zona no se toca! (Imagen: By peter klashorst (Flickr: [1]) [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons)
Por cierto, los tatuajes duelen, cómo no. Se trata de una máquina que proyecta un conjunto de agujas contra la piel. Pero a no ser que decidas tatuarte en una zona con poca carne y mucho hueso (los tobillos o las muñecas, por ejemplo), duele mucho menos de lo que uno espera.
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