Queremos hacerlo todo con nuestra mascota, si fuera posible, nos acompañaría al trabajo o a la universidad, sin embargo, no lo es. De ahí que cuando estemos en casa con ella queremos pasar todo el tiempo posible en su compañía. Tal es este afecto, que una elevada cifra de personas reconocen que duermen con su mascota.
Para los que dormimos con nuestra mascota, no nos supone ningún problema, al contrario, nos extraña cuando nuestro perro duerme con nuestra hermana o con alguna amiga. No obstante, debemos analizar los pros y contras de este hábito tan emotivo. Según un estudio, la mitad de los dueños dan permiso a sus perros para dormir con ellos, y los que no los aceptan en la cama, lo hacen dentro del dormitorio.
Ahora llega el momento de conocer qué ocurre cuando dormimos con nuestro perro. Empezaremos por una palabra: SEGURIDAD. Mirando por la ventana positiva, dormir con ellos no aporta seguridad ya que los perros tienen un sueño más ligero y ante la evidencia de peligro nos despertarán.
De igual modo, para ellos, supone una seguridad “social” y familiar el compartir el tiempo de descanso con nosotros. Si nos trasladamos al nado negativo, dormir con nuestro perro no es seguro en cuanto a posibles infecciones, ya sean garrapatas o la misma suciedad acumulada en su cuerpo de todo el día.
Abordamos la segunda palabra: TRANQUILIDAD. Estar tranquilo parece una misión imposible a día de hoy, el estrés sucumbe nuestras vidas desde primera hora con alarmas desagradables y horarios que nos pasean con la correa de la puntualidad. Dormir con nuestros perros reduce el estrés gracias al aumento de la oxitocina y la reducción del cortisol (hormonas encargadas de la reducción y producción del estrés)
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