Máxim huerta desvela su breve ministerio: “se ensañaron porque venía de la tele”

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Gracias a su nuevo libro, ‘Con el amor bastaba’ podemos conocer un poco más a Máximo Huerta en esta fábula en la que habla de la libertad, de la diferencia y del valor de ser quien realmente quieres a través de la historia de un niño Elio Ícaro, un niño que volaba, el cual era muy diferente al resto. En breve se cumplen dos años de su juramento como Ministro de Cultura y como en siete días dimitió por un multa que pagó hacía doce años. Su nombre, con un gran peso histórico, fue objeto de críticas y memes, como ‘Máximo, El breve’.

Con el tiempo volvía con un programa en televisión en Tve -que muchos vieron como una adjudicación por su rápida salida- y hace apenas unas semanas lo han cancelado. Desde fuera cada uno podemos pensar lo que queramos, desde dentro, lo vivido en primera persona, la realidad es bastante diferente. Si en la primera parte de esta entrevista, Màxim revela que no es de revisar el pasado y que no le importa que le pregunten por la política, en esta segunda parte nos revela ‘cómo llegó a ser ministro’ y lo complicado que es para un periodista y escritor de su perfil… Huerta era el típico periodista televisivo que caía bien a todo el mundo, un estilo así, a lo que representa actualmente Roberto Leal. Pero, ¿qué pasó?…

P: ¿Para ti los libros han sido un refugio?

MH: Sí, desde pequeño porque soy hijo único y mi madre siempre me regalaba muchos cuentos, yo me los hacía y me los grapaba y me hacía portadas maravillosas. Leía mucho y los sigo conservando y es un tiempo de evasión. No hay maquinitas, no hay móviles… y eso ayudó mucho a que la evasión fueran otros tipos de materiales. Y han hecho que sea el que soy, para mí la escritura ha sido una gran evasión.

P: En los momentos más difíciles…

MH: Sí, en los momentos más difíciles es una manera de crearte un mundo, como decía Ana María Matute. Son como casas donde te empadronabas durante un tiempo y querías que durara muchísimo porque durante ese tiempo de lectura y escrituras eras feliz.

P: Y en la actualidad, ¿también?

MH: Sí, de hecho durante este tipo de confinamiento, yo solo he pintado, he escrito muchísimo, y nuestro paso por la vida es limitado y uno tiene que aprovechar sus experiencias y las últimas que he vivido forman parte de mi escritura, al final se quedan ahí.

P: Tu famoso paso por el ministerio… Eras el tipo que como Roberto Leal caías bien, no te metías en charcos, ni eras tan afilado como otros. ¿Crees que…?

MH: Pero era fácil de criticar y hubo un ensañamiento porque era fácil… Quizá por ese encanto, por haber trabajado en televisión. No cuestionamos tanto a los demás y la vara de medir la utilizamos para quien nos apetece. Entonces, supongo que para hacer titulares, comentarios, columnas, críticas, corrillos era muy fácil en plan: “¡Uy!, ese de la tele”. Fue como un entretenimiento que encajaba bien, que venía de un medio que no habían venido otros.

P: ¿Te ha pesado porque te hayan podido encasillar y te haya podido empañar tu futuro?

MH: En lo personal no. Los demás no sé que pensarán. Yo no soy rencoroso, el paso para ir adelante es empezar y para ir por la vida necesitas dos cosas: confianza e ignorancia y en ese caso, hay que ignorar algunas cosas y tener confianza.

P: ¿Y de cara a la tele?

MH: No, los más prejuiciosos siempre han sido los periodistas, la gente no… La gente es mucho más abierta que un periodista. Nos creemos que estamos todo el rato fiscalizando, de pronto todos mis miedos por lo que estaban diciendo, se fueron dejando de leer que es muy sano, los prejuicios siempre vienen por los demás.

P: Yo no suelo hablar de política, y creo más en el político que en un partido

MH: Yo también. De hecho, yo creo que hay que tener lealtad al país y al gobierno cuando se lo merezcan.

P: Cuando saliste, era como algo nuevo, diferente como tu novela.

MH: Yo no era de ningún partido. No estaba afiliado, ni simpatizante, ni nada, ni amistad, ni contactos. Me llamaron y yo mezclé ilusión y responsabilidad y me parecía una oportunidad de hacer muchas cosas. Y me ilusionó porque me gusta la cultura y me parecía muy interesante, y a otros les pareció exótico y por eso criticaron. Yo, acepté sí, pero no soy del partido ni he formado parte de nada, e igual de libre sigo.

P: Mira no sabía si eras simpatizante… Pero ha sido una pena por lo que representa nuestra profesión y el mundo de la cultura.

MH: Creo que humo mucho de por qué él y yo no. Y yo creo que eso fue una bomba.

P: ¿Perdimos la baza de ese soplo de aire fresco?

MH: Pues mira en el ministerio lo dicen muchos funcionarios, me alegro y me parece un regalazo que lo digan: “En solo un día, parece que se habían abierto las ventanas”. Yo no sé de qué partido es nadie, no me importa, no tengo ningún interés, creo en mi país, creo en la cultura, creo en un montón de cosas diferentes que hay que reivindicar y yo cuando llegué, llegué con esas ganas y todavía me lo dicen los de allí. Nadie ha cuestionado si el resto de ministros pertenecen a qué sector, en mi caso sí, pero bueno ya está, período pasado, yo no me voy a juzgar más, que va. Pero yo creo que habría estado muy bien. Conozco a muy pocos que llegaran con tanta ilusión a un sitio, porque esos que llegan ya con un aspecto de gestor, me parecen ya un aburrimiento.

P: Por eso te digo, que parece que el político de siempre se ha perdido, y que da el aspecto de que quieren estar agarrados al sillón.

MH: Por eso dimití rápido porque yo siempre he reivindicado que, ante la mínima duda, de manera quirúrgica, alguien se vaya. Y yo, aunque tenía la multa pagada hace muchísimos años y era multa y no todo lo que dijeron, pero bueno, las barras de medir van a sí como así. Y como había dudas, dije: “Pues me voy”. De hecho, yo no vivo de eso y me fui. Yo no me pego a ningún sillón ni con agua caliente.

P: ¿Has pensado que el que esté libre que tire la primera piedra?

MH: No se dio el mismo volumen al resto de casos.

P: Fue digno el irte. Una pena el perder que alguien de la televisión estuviera en un ministerio. Pero esto pasa en Estados Unidos y ni se plantea.

MH: Ni en Francia tampoco. No se plantea. Sí tenía una multa, obviamente, pero pagada hace muchos años. Pero el que escribiera libros o hiciera teatro, nadie lo mencionaba. En otro país se habría mirado de otra manera.

P: Además, hasta se aplaude y se apoya, como el que se rehabilita de algo.

MH: Sí se penaliza, pero soy mindfulness.

P: ¿Te ves volviendo a la tele?

MH: Si me gusta el proyecto sí. Yo hice en tiempos de Rajoy ‘Destinos de película’ y que lo han repuesto varias veces, y lo disfruté muchísimo. Mezclaba todo lo que a mí me gustaba: viajes, películas, cultura, fue brutal. Y el que estaba haciendo hasta ahora -que era oxígeno en televisión- con colaboradores de primerísimo nivel: Gemma Nierga, Olga Viza, Ana García-Siñeriz, gente elegante que sabe hablar , a la que da gusto escuchar y yo lo he disfrutado muchísimo… Bueno ellos se lo pierden. Pero volviendo a la tele, si me gusta el proyecto claro, estoy como un taxi, libre.

En este caso, el programa iba bien, creo que daba prestigio con esos colaboradores, en una franja muy difícil, con muchas competencia muy buena, con grandes profesionales, y el colmo es que ha ido subiendo mes a mes. Pero cuando cambia la dirección, donde hay patrón no manda marinero y entonces llegan otros y deciden otro asunto, y ya está. Cuando llegan nuevos cargos, quieren dejar huella y nuevo estilo, ya no hay mirada a largo plazo, hay mirada a corto plazo del “yo quiero ahora otra cosa, pues lo cambio”. Antes todo, duraba más porque se permitía, se disfrutaban hasta las cabeceras de los programas eran largas como ‘Anillos de oro’. Cuando llega otro, rápido quiere cambiar todo, batalla perdida pensarlo.Imprimir

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