Tipo de hombre: ANDÉN 9 Y ¾

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¿Os acordáis de ese andén mágico por el que los estudiantes de Hogwarts accedían a un nuevo curso en la saga de Harry Potter? Para el que no lo haga, era una plataforma ubicada entre la novena y la décima, a la que tan solo unos cuantos sabían llegar. Se atravesaba como si fueras fantasma y llegabas a ese tren que te llevaba a ese lugar tan especial. ¿Qué les pasa a los hombres que son de tipo “Andén 9 y 3/4”? Son aquellos que deciden si decirte o no dónde está, cómo llegar y qué llevar para esta barrera traspasar. Son aquellos que te mandan una carta de aceptación, una invitación, un lugar, una dirección y consiguen ponerte a su disposición sin condición.

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Llega la carta y nos acercamos con ganas a traspasar este andén que parece estar cerrado. Para nuestra sorpresa en un abrir y cerrar de ojos hemos entrado. Estamos dentro y todo es diferente, curioso, de otro planeta, reservado, personalizado y exclusivo. Pinta bien hasta el hombre decide cerrar éste anden. Cerrar por razones de intimidad o cualquier excusa que regalar.

Se cierra el andén y llega la esperada escena en la que Harry y Ron no consiguen entrar. Cómo suele pasar cuando se corre hacia alguna pared, rebotaron y ahora rebotamos nosotras, cuando abren el andén y por arte de magia, de un día para otro, lo vuelven a cerrar. Pensamos que podemos volver a entrar y nos estrellamos, nos cabreamos, nos lastimamos y con una brecha en la frente nos encontramos.

Este andén 9 y 3/4 se ubica entre los andenes 9 y 10, entre el “sí” y el “no”, entre el aceptar o denegar el seguir abriéndonos la cabeza y rompiéndonos las costillas para entrar en el dichoso andén. Nos hayamos entre un “sí” y “no” que forman parte de una comunicación unilateral: un solo emisor y un solo receptor. Si algo define a estos dos elementos son la conveniencia y la persistencia. Mientras ellos deciden si es conveniente abrir el andén ese día, nosotras intentamos una y otra vez entrar en él, alentadas por conocer más de ese universo paralelo del que sólo él tiene la llave.

Con esta persistencia, mantenimiento de la esperanza o simplemente la búsqueda de una explicación llegamos a un dolor de cabeza crónico, causado por estrellarnos tantas veces y no dejar cerrar la brecha que desde el primer día nos persigue y no cosemos para sellar. 

Así son este tipo de hombres, los “andén 9 y 3/4”, aquellos que escriben y responden cuando quieren, aquellos que establecen que el andén se abre cuando a ellos les convenga, cuando se aburran o te requieran. Y así somos las que nos estrellamos, a las que nos duele la cabeza (y bastante) de vivir en un constante “hoy quizás abra el andén”, las que deberíamos añadir un cuarto al 9 y 3/4 para llegar al “no” y buscar un nuevo destino en el que la puerta de entrada no esté tan limitada.

 

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Fotos: Pinterest

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