¿No dejas de dar vueltas en la cama? Te ayudamos a dormir mejor

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Existen pocos placeres comparables a meterse en una cama calentita después de un largo día. Pero, del mismo modo, existen pocas cosas tan frustrantes como querer dormir y no poder. Cierras los ojos, a ver si te duermes aunque sea por descuido, pero se abren como si tuvieras muelles en los párpados. Los trastornos del sueño son más comunes de lo que parece, y por eso en Modalia vamos a hacer lo que podamos para que tu descanso sea tan plácido como mereces.

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(Imagen: Wikimedia Commons)

Dormir bien cada noche es bastante fácil, pero solemos perder de vista el impacto que nuestras actividades diarias tienen sobre el sueño. Sólo hace falta un poquito de atención para que podamos dormir como bebés. Me refiero a caer como un tronco y no inmutarse ni con una bomba atómica, no a lo de despertarse cada dos horas berreando por un biberón.

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(Imagen: Wikimedia Commons)

Lo primero, bañarnos de luz. Necesitamos los rayos del sol para activarnos, de manera que hay que subir las persianas nada más despertarse. Igual que la oscuridad contribuye a la segregación de la hormona melatonina para quedarnos roques, la luz ayuda a que nuestro cerebro genere serotonina, un neurotransmisor que nos “enciende” y ayuda a ponernos de buen humor. No te olvides de abrir las ventanas, y si hace frío te aguantas. Renovar el aire de la habitación es esencial para encontrar una atmósfera limpia cuando regreses a tu cuarto por la noche. Diez o quince minutos bastan para cargarse ese ejército de ácaros que campa por tu cama disfrutando del olor a cerrado.

Lo segundo, empatado con lo de las persianas: ¡desayuna! No sabes muy bien lo malo que es eso de tomarse un café a toda prisa y esperar a las 11 para comerse la tostada. Las primeras horas del día son las que requieren más esfuerzo. ¿Cómo vas a afrontarlas sin combustible? Hazte un favor, levántate con tiempo y desayuna bien (sin pasarte, claro). Lácteos, pan o cereales, fruta y proteínas con poca grasa son mano de santo. ¿Lo ves difícil? Zumo, café con leche y media tostada con mantequilla y jamón de york o pavo. ¿A que ahora te parece más asequible?

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(Imagen: Wikimedia Commons)

Eso de consultar las cosas con la almohada es una frase hecha. Las decisiones cruciales y las tareas importantes deben afrontarse de día, y si es por la mañana mejor, ya que es cuando nuestro cuerpo genera el cortisol necesario para solucionar problemas y administrar el estrés. Procura no llevarte preocupaciones a la cama, porque te van a dar una brasa infernal y vas a dar más vueltas que una peonza.

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(Imagen: Wikimedia Commons)

¡Come bien! Un banquete opíparo de vez en cuando no hace daño, pero a diario come con sentido común. Sírvete la cantidad justa para saciarte, come de forma equilibrada, y recuerda que la merienda no es sólo para los pequeñuelos. Regálate un bocado a media tarde: una fruta, algunas galletas, un sándwich vegetal, frutos secos… De esta forma llegarás a la cena con poca hambre, comerás menos y dormirás mejor.

Después de comer bien, pégate una buena siesta. “Buena siesta” no significa “hora y media en el sofá”, que te conozco. Una siesta perfecta es la que dura entre 20 y 30 minutos, y si ese tiempo te sienta mal, ¡es porque hasta ahora has estado sesteando de forma equivocada!

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(Imagen: Wikimedia Commons)

Un café, un té o un refresco por la tarde es lo más habitual del mundo, pero debes saber que la cafeína puede tardar horas en metabolizarse por completo. Cuanto más cerca de la noche, tanto peor. No vamos a ponernos en plan sargento y prohibir el café por la tarde, que somos humanos (y además nos chifla el té), pero ten en cuenta que si luego no te duermes ni a garrotazos, una de las causas podría ser esta. Lo que sí deberías hacer por la tarde es ejercicio. La actividad física activa el organismo, por eso no conviene hacerla poco antes de acostarse. Sin embargo, por la tarde es cuando más se rinde, por lo que la hora ideal para subirse a la bicicleta es entre las 17 y las 19:30 horas (si es posible, claro).

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(Imagen: Wikimedia Commons)

Si no tienes ocasión de hacer deporte, al menos concédete unos momentos de la tarde para distraerte. Juega a videojuegos, queda con amigos, devora un capítulo de alguna serie, sal a pasear, relájate haciendo yoga, lee un buen libro, escucha música… Esto ayuda a compartimentar el día, separar las preocupaciones de los momentos de relax, y por tanto dormir mejor.

“Ecco! Quando arrivi a casa, Nescafé cappuccino”, decía el anuncio… ¡Pues ni hablar! ¿No te hemos dicho que el café cerca de la noche es el mal? Por la noche, lo que hay que hacer es cenar ligero. ¡Qué cappuccinos ni cappuccinas! Cena suave, y no te olvides de la fruta. Todas las frutas tienen triptófano, un aminoácido que ayuda a segregar melatonina, la hormona de quedarse frito.

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(Imagen: Wikimedia Commons)

No cenes muy tarde, porque necesitas al menos una hora y media para digerir lo que has engullido. Y aunque seguro que esto ya te lo han dicho, insistiremos un poco más para que te acuerdes: déjate de móviles, ordenadores y videojuegos antes de irte a la cama. Las imágenes y la luz provenientes de aparatos electrónicos estimulan el cerebro y no dejan que descanse como es debido. Así que si te acuestas recién cenado o eres de los que no despegan la cara del móvil aun media hora después de meterte en la cama, luego no te quejes si tu coco está de fiesta y necesitas Loctite para cerrar los ojos.

Y si resulta que eres de los que empiezan a roncar quince segundos después de arrebujarte bajo las mantas, que sepas que te odiamos. Con amor, pero te odiamos. ¡Dulces sueños!

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