Lo sentimos, el síndrome postvacacional no existe

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En septiembre pasa de todo. Se termina (simbólicamente) el verano, se vuelve al cole, millones de estudiantes tiemblan ante los exámenes de recuperación… Pero lo peor, con diferencia, es que se acaban las vacaciones. Y nada más pensar en volver a verle la cara al jefe, te aplasta la fatiga, el cansancio generalizado, falta de apetito, concentración dispersa… A estas alturas habrás escuchado la expresión “síndrome postvacacional” como novecientas cuarenta veces. Pero desde Modalia ya te lo advertimos: en España tenemos todos mucho cuento.

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Hombre ya. (Imagen: Keep Calm-O-Matic)

Y tú dirás: “Pero vamos a ver, si lo ha dicho el telediario, que es un síndrome que provoca dolores de cabeza, estrés, tristeza y trastornos de sueño, y que afecta a no sé qué porcentaje de la población y…”. Sí. Todos los septiembres lo mismo. Terminan las vacaciones estivales, y sobreviene un apocalipsis de notas de prensa sobre enfermedades y trastornos provocados por la vuelta al trabajo. Empresas y administraciones públicas, con los medios como altavoz, promulgan una serie de informes que alertan sobre el SPV… algo que no existe.

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En la 2ª Guerra Mundial sí que sabían animar al personal. (Imagen: Wikimedia Commons)

Cristóbal Gastó, catedrático de Psiquiatría de la Universitat de Barcelona, se muestra tajante en La Vanguardia: “El síndrome postvacacional es un invento, una ficción propia de los países mediterráneos, y especialmente de España. No hay ninguna revista médica seria que hable de enfermedades propiciadas por la vuelta al trabajo, y mucho menos sobre síndrome postvacacional”. Entonces, si no existe, ¿yo por qué tengo el cuerpo tan lacio? Fácil, es una respuesta del cuerpo, un mecanismo de adaptación a la vida activa, sobre todo cuando las vacaciones han durado mucho tiempo. Un hábito necesita un periodo de 21 días para asentarse, de manera que estar de pingoneo durante un mes es mucho más que suficiente para adaptar el cuerpo a lo bueno. Normal que una carga de responsabilidades así de sopetón nos quite las ganas de todo.

Cristóbal Gastó también muestra su preocupación por “la frivolidad” con la que se habla del tema todos los meses de septiembre. “Si no se pone coto a estas informaciones, se corre el riesgo de que los ciudadanos acaben creyendo que uno se puede poner enfermo cuando toca volver al trabajo, acabadas las vacaciones, y eso acarrearía un despilfarro para las arcas públicas si los psiquiatras tuviésemos que tratar como enfermedad o síndrome lo que no es más que un cambio de vida o hábitos al pasar de un periodo prolongado de ocio y descanso a la rutina diaria”.

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¿Síndrome postvacacional? En la mina os quería yo ver. (Imagen: Wikimedia Commons)

Es cierto que hay gente que padece algo más que la típica desgana de volver al tajo, pero según el psiquiatra Juan Carlos Díaz del Valle, esta vulnerabilidad adicional se debe a que “hay personas que ya presentan patologías previas, o bien soportan un gran estrés en su trabajo”. Jefes irresponsables, carga excesiva, compañeros aprovechados… Los que tienen trabajos satisfactorios no sufren apenas. Todos esos males del supuesto síndrome postvacacional se quitan con el rodaje, y no con una pastilla. Díaz del Valle opina al respecto que nos hemos vuelto muy quejicas, y “medicalizamos la vida cotidiana” para “buscar remedio a problemas que no son una enfermedad”.

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En realidad hay tratamiento para el síndrome postvacacional: una buena colleja. (Imagen: Wikimedia Commons)

Si se rastrea el origen del bombardeo informativo sobre el síndrome postvacacional, se le empiezan a ver las costuras al traje. Cristóbal Gastó apunta que los comunicados, notas de prensa, decálogos para el SPV, etcétera, son emitidos en su mayoría por empresas relacionadas con el mundo de la salud. Como indica el psicoanalista José Ramón Ubieto, lo que ocurre con el síndrome postvacacional se conoce como “disease mongering” (promoción de enfermedades), “una expresión que se refiere al esfuerzo de algunas compañías farmacéuticas por llamar la atención sobre condiciones o enfermedades frecuentemente inofensivas con objeto de incrementar la venta de fármacos”. Nada como vociferar sobre una supuesta enfermedad para que la gente salga despavorida en busca de pastillacas.

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Rayos, me han pillado la trola del SPV… Ahora sí que me va a doler la cabeza de verdad. (Imagen: Wikimedia Commons)

En cualquier caso, si resulta que afrontar de nuevo las obligaciones nos pone más chungos de la cuenta, hay algunas cosas que podemos hacer para ponerle buena cara al mal tiempo. Mantener hábitos de vida saludables, practicar algún tipo de deporte, emplear técnicas de relajación, mantener actitud positiva y no pensar que el trabajo es una carga (esto es especialmente difícil en según qué casos…), conservar las aficiones que se han iniciado durante el verano, y si es posible, volver a la rutina poco a poco y no de golpe, para que el cuerpo se vaya haciendo a la idea.

Así que espabila, déjate de síndromes y de historias, que tienes más tonterías que el salpicadero del Coche Fantástico. Como todos, vaya.

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