La gastronomía italiana es una de las más deliciosas y completas que existen. De hecho, en cada región de Italia se puede disfrutar de un tipo de comida y especialidad concreta. Destaca especialmente la ciudad de Venecia, que uniendo la belleza tan especial y única que posee la ciudad, junto con su tradicional gastronomía, Venecia se convierte en un rincón único.
Al margen de lo comúnmente conocido de la cocina italiana, como la pasta carbonara de Roma o la pizza de Nápoles, en Venecia se encuentran alimentos propios de la ciudad, como por ejemplo el marisco, la mantequilla, el risotto y las hortalizas de temporada. Con estos ingredientes se realizan los platos más deliciosos y exclusivos de la gastronomía veneciana.
Las recetas se caracterizan, principalmente, por su sencillez. Con unos ingredientes muy básicos se consiguen magníficos platos, ya que en eso consiste la cocina veneciana, en la conservación de las recetas tradicionales y familiares.
En primer lugar, entre los platos más famosos de la ciudad, se encuentra el risotto. Para preparar un auténtico risotto veneciano, considerado como el mejor del mundo, hay que poner a calentar un poco de aceite de oliva, para luego añadirle cebolla y apio, dejando que se sofrían durante unos 10 minutos. Con este primer paso se obtiene el sofrito, al que se le añadirá, a continuación, la cantidad de arroz que deseemos, para que absorba el sabor y el aroma del sofrito.
Se añade un poco de sal, para potenciar el sabor, y un poco de vino blanco, y se remueve todo muy bien. Una vez en este punto, hay que añadir, durante 16 minutos, un cazo de caldo de pollo, que previamente lo hemos hervido. El caldo es lo más importante para el risotto, y lo podemos hacer casero o utilizar las pastillas de caldo concentrado. Se hierve y cada 45 segundos, se añade un nuevo cazo de caldo, y así sucesivamente hasta pasados los 16 minutos, hasta que doble su tamaño y quede cremoso.
Hay que probar el arroz para ver que está al dente, es decir, no muy tierno ni muy blando. A continuación, se añade un poco de mantequilla, y un puñado de parmesano rallado. Se apaga el fuego para que no se cocine el parmesano, se remueve hasta fusionarlo todo y se cubre para dejarlo reposar durante dos minutos.
El resultado obtenido es un risotto blanco, la base de todos los risottos, el cual se puede utilizar para realizar un risotto de tomates y albahaca. Para ello, en un recipiente aparte, echamos aceite de oliva, tomates cortados por la mitad, un poco de ajo y 4 hojas de albahaca, sal y pimienta. Se cocina a fuego lento para que el tomate suelte su sabor y se fundan todos los aromas y sabores de la albahaca y el ajo.
A continuación cogemos un cazo del risotto blanco que ya está preparado y lo echamos en el recipiente donde se ha cocinado el tomate y la albahaca. Se mezcla todo muy bien y ya estaría listo el risotto con tomates y albahaca.
Igualmente y con la misma base de risotto blanco, se puede preparar un risotto con guisantes y menta. Para ello, en un recipiente aparte se cocinan los guisantes en agua con un poco de aceite de oliva y unas hojas de menta. Una vez cocidos se le añade la base de risotto blanco y se le agrega un poco de perejil y menta recién cortados. Se mezcla todo y ya estaría listo el risotto con guisantes y menta.
Por último, se encuentra el famoso risotto de alcachofas. En un recipiente aparte, se añade aceite de oliva, ajo y un poco de agua, y se echan las alcachofas cortadas en rodajas. Se le añade el cazo de risotto blanco y se mezcla todo. Éste último es uno de los clásicos de Venecia.
Cabe destacar que los platos de arroz se hicieron en Venecia mucho antes que la pasta, ya que en Venecia la tierra presenta unas características perfectas y muy favorables para cultivar arroz. Por ello, en Venecia hay más tipos de risotto que en cualquier otro rincón de Italia.