Tras semanas de especulaciones en torno a Blake Lively y Justin Baldoni por su enfrentamiento público tras rodar la película “Romper el círculo”, finalmente el juicio tendrá lugar en marzo de 2026
La película precisamente pone en escena la realidad del maltrato hacia las mujeres perpetrado durante generaciones, siendo el título una referencia a acabar con esa situación rompiendo con las dinámicas machistas. El conflicto se origina cuando Lively presenta una queja ante el Departamento de Derechos Civiles de California en diciembre de 2024, alegando que Baldoni había creado un ambiente laboral hostil mediante comentarios inapropiados y sobrepasamiento de los límites personales. Tras la noticia, Baldoni reunió un equipo de crisis que, basándose en las pruebas recopiladas durante el rodaje, empezó una campaña de desacreditación en redes sociales que llevó a Lively a presentar una demanda federal, alegando acoso sexual y represalias. Finalmente, el juicio que nos ocupa, la demanda de Baldoni contra Blake Lively, Ryan Reynolds, su marido, y su publicista, alegando que Lively amenazó con hacer acusaciones falsas para obtener el control creativo de la película y por una cuantía de 400 millones de dólares en concepto de difamación y extorsión.
Cuanto más alto más duele la caída
Es común entre las estrellas de Hollywood el sentimiento de superioridad con respecto al resto y la creencia de que el poder económico es igual a impunidad. La pareja formada por Blake Lively y Ryan Reynolds era una de las más sólidas del panorama estadounidense, siendo habitual su presencia en todos los eventos de relevancia, contando con el respaldo de la industria con multitud de películas y series exitosas a sus espaldas. Sin embargo, esta batalla legal saca a la luz la faceta menos glamurosa del estrellato involucrando acusaciones cruzadas de acoso, represalias y manipulación mediática. Nombres como el de la cantautora Taylor Swift se han visto involucrados, llegando a requerir su testimonio como persona de interés en el juicio pendiente, lo que nos recuerda que nadie está a salvo de caer en la desgracia. No es la primera vez que el mundo del espectáculo ve derrumbarse a una figura aparentemente intocable, como en el caso de Felicity Huffman. En 2019, la actriz que daba vida a Lynette en “Mujeres desesperadas” fue condenada a prisión por su implicación en el escándalo de admisiones universitarias tras pagar 15.000 dólares para alterar los resultados del examen de acceso de su hija a una prestigiosa universidad.
Las tornas han cambiado
Lo que comenzó bajo el pretexto de una actriz reconocida de Hollywood denunciando una situación de abuso de poder, surgiendo como una figura valiente que se enfrentaba a un entorno laboral hostil, como en su momento el movimiento #MeToo ,ha tornado en una situación fraudulenta. Cuando salieron las primeras noticias, la opinión pública y muchas voces de la industria se alinearon con Lively, alimentadas por su credibilidad mediática. Hordas de fans de la intérprete de “gossip girl” llenaron las redes sociales bajo los hashtags #standwithblake y #believewomen a modo de protesta. Sin embargo, con el paso de los meses y las filtraciones de correos electrónicos y mensajes de texto entre Lively, su equipo y Baldoni, han cambiado la opinión que se tenía en primera instancia. Algunos extractos de estas conversaciones han sido publicados en diversos medios, sugiriendo que la actriz amenazaba con abandonar el proyecto si no se atendían sus demandas creativas. Celebridades como Gina Rodríguez, además de miembros del equipo han defendido su integridad resaltando su historial de trabajo respetuoso y colaborativo. Por consiguiente, las redes sociales se han posicionado con Justin bajo el lema #justiceforjustin y #itendswithfacts, demostrando una vez más lo volátil que puede ser la opinión pública.
Hollywood a la palestra
Más allá del conflicto entre dos figuras de renombre, el caso “Blakedoni” ha encendido una alarma más amplia sobre el funcionamiento interno de la industria del cine. De puertas para fuera, Hollywood ha hecho su mejor papel dando la impresión de un entorno idílico de bienestar laboral, pero nada más lejos de la realidad. Como en su día el movimiento #MeToo que expuso los abusos por parte de directores y altos cargos que habían sufrido actrices de la industria, este caso abre un debate más profundo. Las consecuencias estructurales no han tardado en aparecer, productoras como A24, Neon y Annapurna Pictures han comenzado a revisar sus protocolos de resolución de conflictos durante rodajes, e incluso Netflix y Amazon Studios han incorporado cláusulas de “conducción ética y transparencia creativa” en sus contratos a modo preventivo en caso de litigios públicos que afecten a sus proyectos en curso. Por su parte, el sindicato SAG-AFTRA ha anunciado una revisión de su código de conducta, con el fin de incluir herramientas específicas de mediación. En conclusión, este caso expone la realidad de las reputaciones en la era digital, la verdad no siempre va de la mano de hechos, sino del que tiene el mejor control de la narrativa.
Hola! Soy Blanca, una periodista en ciernes con un gran interés acerca de la moda, el cine y el mundo del arte en términos generales. Me gradúo este año y pongo fin a lo que han sido cuatro años llenos de experiencias de lo más gratificantes. Comencé mis estudios en Murcia, mi ciudad natal, para posteriormente cursar un año con la movilidad SICUE en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) y otro en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Finalmente, en mi último año decidí poner punto final a este camino yéndome de Erasmus a Milán, la ciudad de la moda. Todas y cada una de estas experiencias han sido clave en el desarrollo de mi personalidad, puliendo mi pensamiento crítico y enfoque a través de dichas vivencias. En este espacio pretendo plasmar temas de mi interés, que seguro formarán parte del interés colectivo y, con suerte, del agrado de mis lectores. ¡Un saludo y gracias por el interés!